DESESPERANZA APRENDIDA Y FRUSTRACIÓN QUE PADECEN LOS CONSUMIDORES DE LAS REDES DE SUPERMERCADO EN VENEZUELA


Actualmente, la sociedad venezolana se encuentra transitando por un proceso donde algunos factores repercuten en la emocionalidad de la persona, uno de ellos, es la escases de productos, ya sea medicación, alimentos entre otros factores que suplen las necesidades del ser humano. En medio de una situación en donde los venezolanos no están preparados, por lo complejo de la situación, los ingresos económicos se ven rezagados cada día más. (Santos, 2014). Cuando esa necesidad no es suplida o reprimida, el venezolano se siente frustrado, esa frustración origina que la persona exhiba algún indicio de conductas desadaptativas y emociones o sentimientos de tristeza,  desanimo,  rabia, irritabilidad, entre otros. El panorama llega a ser agobiante. En otras palabras el autor explica que los  seres humanos al no suplir sus necesidades básicas como seguridad, alimentación, entre otros factores. Generan frustraciones originando  emociones negativas que afectan la salud psíquica de la persona

Al respecto, (Franco, L. 2015) explicó que la coyuntura afecta de distintas formas a cada sector socioeconómico. Se invierte mucha energía psicológica y emocional en estar pendiente de algo que no debería exigirte este esfuerzo. Se debería estar en la capacidad de adquirir los alimentos o productos cuando se quiera sin invertir energía en pensar y preocuparse por cuándo se volverá a conseguir un producto; es decir, las personas invierten  una cantidad de energía física y mental para adquirir productos de primera necesidad, sucede que mayormente  los productos son de difícil acceso  y a consecuencia de esto se genera una desestabilización social emocional donde la frustración  se exhibe en cada persona. Así mismo, Las largas colas en las afueras de los supermercados conllevarían a un desgaste emocional constante. Angustia, frustración, presión, estrés, rabia, depresión e incluso cansancio físico. Las emociones  causadas por la crisis económica que atraviesa el país. (Franco, L. 2015).

Ante la escasez de alimentos y de bienes, la respuesta es un grito de guerra, más controles y mayor dependencia del Estado. Las largas colas para conseguir los bienes esenciales son una manera de someter al ciudadano. (Capriles, 2014). Algunos de estos síntomas si no se manejan con prioridad puede desencadenar algún tipo de depresión, ansiedad o un trastorno de la personalidad, que si bien, no es tratada a tiempo  puede empeorar la sanidad mental de algunos venezolanos, actualmente, algunas personas toman una posición existencial de  resiliencia, otros, deciden irse del país para proyectarse como profesionales en otro sitio y otras personas viven en una constante desesperanza aprendida donde sienten que las cosas no mejoraran pero no toman ningún tipo de acción para realizar un cambio social, por consiguiente, la sociedad venezolana se encuentra sumergida en un sistema pasivo donde no se sienten conformes pero tampoco toman medidas de acción para poder suplir su frustración.
               
En un estudio etnográfico de los supermercados públicos y privados del área metropolitana en el mes de octubre sobre el clima socionacional de las colas de consumidores realizado por Hinterlaces se pudo observar los siguientes fenómenos; Ansiedad, el cual  ocurre por las interrogantes del consumidor acerca de la disponibilidad del producto. Miedo, por el ambiente en los establecimiento del Estado es tenso e intranquilo. Frustración, son las sensaciones de malestar por no recibir un buen servicio. Rabia, por el disgusto entre los usuarios se origina por desorganización en los establecimientos. Incertidumbre, ya que se origina una sensación de intranquilidad ente la ausencia de información sobre los artículos. (Martorano, 2016).

Sin embargo, en la década de los ochenta, américa latina transitaba en diversas crisis sociales, donde no se puede restringir la explicación del incremento de diversas problemáticas psicológicas, entre ellas se destaca la desesperanza a la situación de empobrecimiento de la población. Considerando que hay otros factores de igual importancia que no han sido suficientemente estudiados ni considerados, y que constituyen en su conjunto lo que podemos denominar la otra crisis social de América Latina. En esencia estos factores remiten a las transformaciones de la sociedad urbana y al quiebre de las expectativas de la población que nació en la ciudad y que afecta de manera especial a la segunda o tercera generación (Briceño, 2012).

En la actualidad, se promueve sin disimulo la desesperanza. "No hay nada que hacer", es el mensaje subyacente de cada atropello, es lo que queda luego de que se expone públicamente el lenguaje bélico que intenta arropar a la población desde hace más de una década. En el ámbito político la desesperanza ha llevado a una parte del país a no creer en nada o a creer con poca visión en soluciones mágicas e inmediatas. (Patiño, 2014)
    
     Por otra parte, la frustración que vive día a día diversos venezolanos por la insatisfacción de las necesidades como alimentarse, resguardo o seguridad y derecho a la salud, han generado muchísima frustración que no es más que un cúmulo de emociones desagradables originadas cuando no se logra conseguir lo deseado. (Vaccaro, 2016)
    
     Dicha frustración ha pasado por las tres formas clásicas de manejar o enfrentar la misma. En términos generales existen tres formas de hacer frente a la frustración. La primera es la conducta agresiva; las personas expresan su ira física o verbalmente, como lo vivimos en las protestas ocurridas. La segunda es la huida; se toma la conducta del avestruz o de retirada, que puede ser quedándose en el mismo lugar pero evitando la realidad. La tercera es la sustitución; eso lo ha comprendido el pueblo venezolano, a sabiendas que para eliminar esa frustración colectiva, necesitamos motivarnos para hacer la sustitución. (Vacarro, 2016).

     En consecuencia, La frustración, la rabia, el miedo y la desesperanza son emociones que predominan en el venezolano. Sin embargo la esperanza y las expectativas de un cambio surgen como un antídoto a ese dolor social que afecta al ciudadano abrumado por los problemas de violencia criminal, escasez y alto costo de la vida. Ese diagnóstico se encuentra reflejado en el estudio “Mapa Emocional de Venezuela”, una investigación realizada en varias regiones del país por un grupo de especialistas encabezado por la psicóloga Yorelis Acosta, especialista en estadísticas. (Olivares, 2016).

Así mismo, ésta frustración ha ido incrementando a medida que el problema crece y las  necesidades como la seguridad, las relaciones interpersonales y las necesidades fisiológicas se encuentran intermitentes ocasionando que la sociedad se sienta reprimida por el  miedo, y a consecuencia se asuma una posición de desesperanza, para nadie en éste siglo le parece extraño que el termino desesperanza se hable a diario en el contexto social y cultural,  uno de los sitios donde mayormente se evidencia y se exhibe ésta conductas se ve reflejado cuando los venezolanos hacen largas colas para conseguir productos con la esperanza de conseguirlos.

      Para analizar e investigar dicha situación, se encuentran ciertos cuestionarios psicométricos que miden la desesperanza y frustración, entre ellos está, la escala de desesperanza de Beck, dicho test está basada en una visión cognitiva de la Desesperanza. Consta de 20 afirmaciones con dos opciones de respuesta, Verdadero o Falso. No tiene tiempo límite de aplicación, pero  generalmente toma de 5 a 10 minutos. El cuestionario sólo estima la severidad de la desesperanza, por ello es clínicamente importante prestar atención  a otros aspectos del funcionamiento  psicológico particularmente a los niveles de la depresión y la ideación suicida. La Escala de Desesperanza de Beck (BHS)  tiene índices  de confiabilidad y validez que la hacen un instrumento útil para el estudio de la desesperanza.

     Con respecto, a la frustración se encuentra el cuestionario (DAFGA) cuyo instrumento es dirigido específicamente a los consumidores de almacenes, el cual consiste en 20 ítems cerrados tipo dicotómico con 2 niveles: afirmando (sí) y desaprobando (no). Dicho cuestionario fue revisado y validado por especialistas en la metodología, tiene índices  de confiabilidad y validez que la hacen un instrumento útil para el estudio de la frustración en consumidores.

    Una vez culminada todas las fases de la presente investigación, se puede concluir que las personas responden ante los estímulos y conocimientos adquiridos en el trascurso de sus vidas, de allí se desprende que la desesperanza aprendida y la frustración, son emociones, actitudes,  sentimientos y expresiones que surgen como variables  y permiten dar las dimensiones para poder entender cómo influye la desesperanza aprendida y la frustración sobre los ciudadanos que regularmente realizan colas en las afueras de supermercados, farmacias o almacenes de distribución de artículos de primera necesidad.

Esta situación conlleva actuar de manera distinta, al someterse en varias horas de colas, debido a la necesidad económica y alimentaria que viven los habitantes.

Se determinó que existe una frustración actual en el venezolano debido a la falta de insumos (alimentos, medicinas entre otros) esto genera en la población venezolana una desesperanza con emociones y sentimientos negativos (ira, tristeza, odio, rabia etc…) ante la frustración sobre todo en el adulto joven, así mismo se evidencia signos y síntomas de ansiedad y depresión lo cual podría desencadenar trastornos psicológicos que desestabilice la sanidad mental, actualmente el venezolano tiene una postura de adaptabilidad, que se ve rota cuando vuelve a surgir otro factor que desencadena de nuevo su frustración, por otra parte, se evidencia otro problema social que viene por consecuencia de estos factores, que son los duelos migratorios y la fragmentación de familias al ver que sus hijos se van del país con la esperanza de conseguir un mejor futuro, éste trabajo abre una brecha de estudio ante otros problemas sociales que se viven actualmente en Venezuela. 
    

UNIVERSIDAD BICENTENARIA DE ARAGUA
Autor: Sulbaran, Luis.
Catedra: Proyecto III.
 Tutor: Pedro Escaraballores.
San Joaquín de Turmero, Enero 2017. 


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